La planificación estratégica en los países desarrollados ha reemplazado lo que muchos llaman “la suerte”. Sin embargo, ¿se limita al ámbito gerencial y administrativo? Aunque en la época contemporánea este concepto sea teóricamente direccionado en su mayoría a las empresas, muchas de sus herramientas pueden ser aplicadas a la vida cotidiana.
Hoy en día, es importante comprender que la Planificación Estratégica va mucho más allá que un conjunto de conceptos y definiciones, y principalmente superar la trampa clásica de preocuparnos en exceso del “cómo” para centrarnos en el “por qué” y “para qué”.
Definir estrategias
Se puede entender como “Crear un sistema flexible e integrado de objetivos y de sus correspondientes alternativas para lograrlos (estrategias) que concreten y especifiquen la misión y la visión definida”. Se puede ampliar este significado comprendiéndolo como un proceso que permite la creación e identificación de oportunidades de mejoramiento y el establecimiento formal de planes o proyectos para el aprovechamiento integral de dichas oportunidades en base al logro de objetivos.
El propósito de la planeación es determinar lo que debe hacerse esta semana, o este mes, o este año, para estar en una situación satisfactoria la semana próxima, o el mes próximo o cinco años más tarde. No se relaciona con futuras decisiones, sino con el impacto futuro de presentes decisiones.
Clarificar objetivos
Aquí surge la primera paradoja: a pesar de que el concepto pone énfasis en la estrategia – entendida ésta como la alternativa o camino para llegar al objetivo -, esto no es lo más importante.
La clarificación de objetivos facilita enormemente la elección de estrategias y no al revés. La fijación de objetivos requiere también de un análisis del entorno, los recursos actuales adquiribles y de un examen interno para ajustar las capacidades al logro de los objetivos.
La planeación no pretende eliminar el riesgo, pero asegura que los riesgos sean tomados en el tiempo correcto. Intenta asegurar el uso efectivo de los recursos disponibles que conduzcan al logro de los objetivos más importantes.
Por ejemplo, hoy tenemos una posición como empresa, derivada de las decisiones que se adoptaron hacia 2, 5 o más años atrás.
De la misma manera, la posición que se desea obtener en los próximos 2, 3, 5 años, depende de las decisiones que adoptemos hoy: para eso es el Plan Estratégico.
Autopercibirse como un proyecto
En el ámbito personal ¿No son nuestras decisiones las que marcan nuestro rumbo? Si pensáramos en nosotros mismos como un proyecto, sería más fácil llegar al éxito a través de la planeación.
El éxito del plan estratégico no reside en la “calidad” del procedimiento o método seguido para confeccionarlo, sino en la voluntad de actuar, mediante un sistema de pensamiento y de acción, para llevar a término el plan logrando sus objetivos.
Dicen que “el hombre de empresa no puede ni debe dejar al azar el éxito de su negocio y por fortuna”. No obstante ¿Se limita al hombre de negocios?
Entonces ¿Cuál es el secreto del éxito de las naciones que conocemos como “países desarrollados”? Este recae, en el talento humano, la disciplina, el compromiso y la capacidad de organización de la población, no solo a nivel profesional sino personal.
Sobre María Aparicio es Internacionalista egresada de la Universidad Central de Venezuela, periodista, Embajadora de la Coexistencia (Espacio Anna Frank) y activista para la concientización sobre Derechos Humanos, empoderamiento de la mujer y cambio climático. Contacto: [email protected] Instagram: @mariamercedes21